Piensa en un momento de tu vida en el que estabas muy herida y necesitada. Jesús sabe cómo te sentiste en ese momento, porque Él también experimentó la necesidad y el dolor. Debido a lo que Jesús ha hecho, tu necesidad y tu dolor pueden ser una oportunidad para dar gracias. Nancy DeMoss de Wolgemuth explica por qué, en Aviva Nuestros Corazones.
Aleluya: Una celebración de alabanza, Día 4
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